Cada uno debe agradar al prójimo para su bien, con el fin de edificarlo.
(Romanos 15:2)
Edificar significa construir, levantar desde el suelo. Como en toda edificación, es necesario el esfuerzo y mucha búsqueda. Edificar es avanzar en fe, de gloria en gloria y poco a poco. Cuando llegamos a un punto en el que nuestra fe está bien fundamentada nos corresponde edificar la vida de nuestro prójimo.
Crecer en Cristo no es crecer para nosotros mismos. El apóstol Pablo orienta al que está fuerte en la fe a soportar a los débiles. Debemos mostrar compasión, paciencia y tolerancia para con los hermanos que están en fase de crecimiento.
Cuando se trata de edificar, nuestro comportamiento debe buscar agradar y ayudar a nuestro prójimo, colocando nuestros intereses debajo de los de quien necesita crecimiento espiritual. ¡Y en la Biblia no hay un ejemplo mayor que el de Jesús! Él sirvió en todo momento, dio su vida por nosotros y, hasta hoy, nos edifica con su palabra.
Cuando contribuimos al crecimiento de un hermano estamos fortaleciendo el cuerpo de Cristo. Ser parte de la iglesia es ser parte de un cuerpo, uno colectivo. Y es así como todos, con un solo corazón, glorificamos a nuestro Señor Jesucristo.
Edificando a tu hermano:
- Invierte una parte de tu tiempo en la vida de tu prójimo. Escucha a tu hermano, ora con él.
- Anima a tu hermano a leer la Biblia. La fortaleza y el entendimiento vienen por la lectura de la palabra de Dios.
- Evita la acusación en caso de corrección. Exhorta en amor, enfócate siempre en el perdón y en la regeneración en Jesús.
- Comparte tus experiencias con Dios. Tu testimonio puede fortalecer la fe de un hermano.
Para orar:
Señor Jesús, quiero orar por la vida de mi hermano. Úsame como un instrumento de bendición en su vida. Derrama tu Espíritu que enseña, edifica y fortalece. Que juntos podamos alabarte y engrandecerte por todas las cosas buenas que has hecho en nuestras vidas. En el nombre de Jesús, amén.